Los doctores entraron y dijeron que no había ninguna esperanza - pero yo no quería dejarla ir. La bendijo el capellán hospital, y de manera sorprendente el color rosa comenzó a regresar a sus mejillas. Ella, literalmente, estaba pasando de gris a rosa delante de nuestros ojos, y empezó a calentarse. La parte triste es que cuando nació el bebé, los médicos la miraron y dijeron "no". Ni siquiera trataron de ayudarla con su respiración pues dijeron que sería sólo prolongar su muerte. “Todo el mundo se dio por vencido con ella”, recordó su madre. A las 24 semanas debido una infección en la matriz la llevó a un parto prematuro y al nacimiento de Rachel. Isbister (que también tiene dos hijos de Samuel, 10, y Kirsten, 8) dijo: “Estábamos aterrorizados que íbamos a perderla. Ya yo había sufrido tres abortos involuntarios antes, así que no creía que habia mucha esperanza.” Cuando Rachael nació ella era color gris y sin vida. Ian Laing, un neonatólogo consultor en el hospital, dijo: “Todos los indicios son que la pequeña no se va a dar y tomamos la decisión de dejar que mamá le dé un abrazo, ya que era todo lo que podíamos hacer.” Dos horas más tarde la pequeñita lloraba. “Esto de hecho es un milagro y es la primera vez que veo que sucede algo como ella en mis 27 años de práctica. Yo no tengo la menor duda de que el amor de la madre salvó a su hija.” Rachael fue trasladada a un ventilador, donde continuó haciendo progresos constantes y un tubo y la jeringa la alimentaban de leche materna bombeada de su madre. Isbister dijo: “Los médicos dijeron que se había demostrado que ella era una luchadora y que ahora se merecía un poco de cuidado intensivo, ya que había algo de esperanza. Ella lo había hecho todo por su cuenta - sin ninguna intervención médica o medicamentos. Ella se había aferrado a la vida - y todo debido al abrazo materno. Su cuerpo se calentó y regulo el corazón y la respiración lo suficiente para poder empezar a luchar.”
A las 5 semanas le fue retirado el respirador y comenzó la lactancia materna por sí sola. A los cuatro meses Rachel se fue a casa con sus padres, pesando 8 libras - lo mismo que cualquier otro recién nacido saludable. Debido a que Rachel había sufrido una falta de oxígeno los médicos dijeron que había un alto riesgo de daño a su cerebro. Sin embargo, un análisis no mostró evidencia de problemas y en la actualidad Rachel está a la par con sus compañeros. La madre de Rachel nos dice: “Ella está haciendo muy bien. Cuando la trajimos a casa, los médicos nos dijeron que era una niña sorprendente. Y, sobre todo, ella sólo ama los abrazos. Ella duerme durante horas, en mi pecho. Fue ese primer abrazo el que le salvó la vida - y estoy muy contenta de haber confiado en mi instinto y de abrazarla cuando lo hice. De lo contrario no estaría aquí hoy.”
Neet Kaul.
Referencia
Traducción Google Translate, mejorado a nuestro español por Edu Emilia Sáez, CPL
Ésta es la muestra de que el mejor lugar para el recién nacido es piel con piel con su mamá. Preciosa historia. Nos la llevamos a nuestro blog, si no te importa. Es importante transmitir estas historias que nos humanizan y que pueden ayudar a salvar las vidas más frágiles.
ResponderEliminarSaludos y gracias.
Claro que si, es importante comunicar lo que es pertinente para ustedes. Saludos y un abrazo solidario.
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