Este espacio es para compartir la esperanza de que hay un nuevo amanecer luego de la pérdida de un ser amado. El duelo suele ser un proceso doloroso, pues es la reacción emocional ante la pérdida. El duelo se refleja en la vida del doliente a nivel fisico, psicológico y espiritual. Te tengo noticias, el duelo se puede aliviar y superar, pero conlleva tiempo y trabajo. Hay que elaborar tareas para que al final del camino puedas reinvertir tu energía de forma productiva, sin tener que olvidar a esa persona amada. Cada uno de nosostros tenemos un faro el cual con su luz te alumbrará para que puedas continuar con tu vida, recordando en el corazón, a la persona que se fue de esta vida terrenal.


jueves, 21 de marzo de 2013

El sillón de las penas

Durante el proceso de tu duelo, es tu decisión si te quedas meciéndote en el sillón de las penas, y te sigues compadiéndote. 

O te levantas y aun con tus penas y dolor por tu pérdida, realizas los ajustes externos, internos y espirituales necesarios para sobrellevar tu duelo. Relocalizas al fallecido y continuas con tu vida. 

Esa es la invitación hoy: LEVANTATE DEL SILLON DE TUS PENAS.

jueves, 14 de marzo de 2013

EL TAZÓN DE MADERA DEL ABUELO

El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situación. “Tenemos que hacer algo con el abuelo”, dijo el hijo. “Ya he tenido suficiente, derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo”. Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida la servían en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: “¿Qué estás haciendo hijito?”. Con la misma dulzura el niño le contestó: “Ahh, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos”. Sonrió y siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas.

Los padres y madres inteligentes se percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de sus hijos. Seamos entonces constructores sabios y modelos a seguir.

He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus padres, siempre los vas a extrañar cuando ya no estén contigo.

He aprendido que aún cuando me duela, no debo estar solo.

He aprendido que aún tengo mucho que aprender.

“La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca como la hiciste sentir.”

ANÓNIMO


Referencia: Psicologa Emocional-  http://www.facebook.com/pages/Psic%C3%B3loga-Emocional/167309886621773
 

martes, 5 de marzo de 2013

¿En qué consiste un duelo?

A lo largo de la vida nos encontramos con múltiples pérdidas, desde la muerte de seres queridos (padres, hermanos, pareja, amigos, etc.) a la pérdida de trabajo/s, rupturas de pareja/s, muerte de mascotas, cambios de residencia, etc. Como podemos ver vivir pérdidas es mucho más frecuente de lo que pensamos, de hecho es una parte inevitable de nuestra vida, y parece que en ocasiones no somos conscientes de que cualquier tipo de pérdida merece nuestra atención, es decir, necesita su periodo de duelo.

Proporcionar información sobre el duelo pretende ayudar a llevar (un poco) mejor este difícil proceso,
y también facilitar el acompañamiento de seres queridos que se encuentren en estas situaciones.

El duelo es un proceso de elaboración, natural y adaptativo, que consiste en la integración de la experiencia de pérdida, al final del cual, lleva a la persona a experimentar un cambio profundo en su identidad.

Se ha escrito mucho sobre los duelos y coexisten diferentes modelos explicativos, vamos a quedarnos con el modelo de tareas/necesidades del duelo, el cual considera la elaboración del duelo como un proceso durante el cual la persona tiene diferentes necesidades y tareas que resolver para ir avanzando.

Veamos con un poco más de detalle qué ocurre en cada etapa, acompañado de relatos de testimonios que facilitan la transmisión de cómo nos podemos sentir en cada momento:

1. En un primer momento nos encontramos con la etapa de aturdimiento y choque. Es cuando la persona recibe la noticia, la conmoción del impacto amenaza la capacidad de reacción de la persona, por lo que se ponen en marcha reacciones tales como aturdimiento, descreimiento, negación, confusión, etc. La función de estas reacciones es mitigar el input de la noticia para preservar nuestra integridad. En otro extremo también se pueden dar reacciones  agudas de llanto, desesperación, etc. De hecho no es extraño que ambas reacciones coexistan, ya que oscilar entre mecanismos de evitación y de aproximación es el intento de manejar lo que sentimos. Por tanto la tarea principal de esta etapa es manejar los aspectos más traumáticos de la pérdida.
“Cuando el médico me dio la noticia me quedé conmocionado. No sé qué me pasó, no podía hablar. Salí de la sala y eché a correr, me di de bruces con la pared y empecé a golpearme la cabeza, no podía parar. Tuvieron que sujetarme.” (Joaquín)*
2. Pasado un tiempo (días, semanas o meses), aparece la etapa de evitación y negación. Ahora aparecen maniobras inconscientes para hacer de barrera protectora ante el impacto del dolor. Se puede reaccionar negando los hechos, minimizándolos, o bien manteniéndose muy activado/a, experimentar una culpa excesiva o rumiaciones obsesivas, etc. Estas estrategias inconscientes de rechazo-evitación permiten una asimilación más progresiva de la dolorosa realidad. La tarea principal de esta etapa consiste en ir disolviendo progresivamente las estrategias protectoras de distorsión-evitación e ir aumentando la tolerancia al dolor.
“No me quiero hacer a la idea de que no volverá. Cuando me vienen pensamientos a la cabeza, los aparto. No sé si hago bien o no, pero es muy importante para mí no aceptar que no volverá. Intento imaginarme que está de viaje. Es lo único que me ayuda ahora. Tengo todo como él lo dejó…. Él sigue viviendo aquí. No quiero aceptar; aceptar es olvidar, aceptar es abandonar."

(Susana, tres meses después de la muerte de su esposo)*
3. A medida que va disminuyendo la necesidad de evitar y rechazar, la persona se va sintiendo más preparada para afrontar la realidad. Es la etapa de conexión e integración, ahora se ponen en marcha respuestas de afrontamiento orientadas a conectar con la realidad (dolor, tristeza, culpa, hablar de la relación, abandonarse al dolor, realizar rituales de conexión como visitar lugares asociados al ser querido, etc.). Estas respuestas permiten llevar a la conciencia aspectos de la relación con el ser perdido y explorarlos con el objetivo de asimilar la vivencia y dotarla de significación emocional y cognitiva.
“Al principio decía a la gente: “a mi hijo me lo han matado”. Después: “mi hijo ha muerto en un accidente de coche”. Ahora ya no busco más culpables, ahora me digo: “qué más da cómo haya muerto, sólo sé que le  echo mucho de menos, y que necesito hablar de todo lo que me falta de él”*
4. Finalmente, si se han ido elaborando progresivamente los aspectos más traumáticos, defensivos y relacionales llegamos a la etapa de crecimiento y transformación, en la cual se va produciendo una reorganización de nuestro mundo interno con relación al ser querido perdido, a uno mismo y a la vida en general. De manera que en un duelo elaborado la persona debe haber ido más allá de su estado anterior y convertir de forma natural esta experiencia en un crecimiento personal. En esta etapa final algunas de las creencias o esquemas nucleares que teníamos se ven substituidos por nuevas creencias que incorporen la significación emocional de la pérdida.

El proceso de duelo es un camino que al principio es duro, árido, doloroso, hay muchas piedras y curvas, momentos en los que nos rendiríamos, otros en que retrocedemos, pero poco a poco se va volviendo más luminoso, esperanzador, nutritivo, llevadero, y cuando llegamos al final del camino nos damos cuenta que no somos la misma persona, algo ha cambiado, la experiencia del camino nos ha convertido en un ser mejor.


Referencia: Fragmentos extraídos de Payás P., Alba (2010). Las tareas del duelo. Ed. Paidós
Autora: Teresa Jounou
Recuperado de Internet:  http://www.expertoenpsicologia.com/1/post/2013/01/en-que-consiste-un-duelo.html