Siempre he pensado que los memoriales son para recordar aquellas historias buenas y lindas que atesoramos de nuestros seres queridos los cuáles ya no están con nosotros pues han fallecido. Cuando podemos recordar, sin que la cicatriz que tenemos por esa pérdida se abra y sangre nuevamente, entonces aunque hayan lágrimas y tristeza que nos aflijan por momentos, seguramente nuestro duelo estará superado. Es superar la situación, es un resurgir como el ave fénix, de entre las cenizas, en este caso de las cenizas de nuestro dolor.
Pero si nos estancamos en pensar aún: ¿cómo murieron, porque ha pasado, no debió tener esa muerte?, realmente no estamos recordando a la persona sino cómo fueron las circunstancias, a lo mejor trágicas, en la que murió. Si aún los recuerdos nos agobian y tenemos un dolor intenso reflejándose en nuestra vida a todos los niveles: fisico, social, afectivo y espiritual, nuestro duelo por esa persona no ha concluído. No hay un cierre en nuestro duelo, hay autocompasión.
¡Hay que buscar ayuda profesional!
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