La vida no es igual luego de la pérdida y muerte de un ser significativo y amado. Me explico, la vida antes, cuando existía esa persona fallecida, no vuelve a ser igual, es diferente. Por la falta precisamente es que sentimos su ausencia física, emocional y socialmente afectando el mundo del doliente.
Pero es necesario validar, reconocer e intentar vivir el dolor y la pena que sentimos ante la muerte de un familiar, esposo, hijos, amigos. Sería anormal no atravesar el puente del proceso de duelo. Es un acto de salud mental. En el dolor no hay atajos, ni carreteras marginales, no se debe huir de él, hay que atravesarlo, hay que vivirlo en la intensidad que se sienta durante el mismo.
La experiencia es dura, pero el duelo se puede resolver de manera saludable y normal. Este proceso es más llevadero cuando el doliente puede contar con una fuerte red de apoyo emocional y social adecuados. De esta manera no tiene que afrontar el presente y el futuro solo, pues cuenta con familiares y amigos que le ayudan a temer menos al mundo real.
El repasar los recuerdos agradables y desagradables, es un alivio en el mundo actual del doliente. Es importante encontrar esa conexión con el fallecido, y adaptarnos lo mejor que podamos a vivir sin la persona fallecida y así continuar con la vida actual.
¿ESTAS PASANDO EL PUENTE DEL DUELO?
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