El duelo es una experiencia
muy personal e individual. El duelo
depende de muchos factores, la socialización, la cultura, la personalidad, el
estilo de afrontamiento, la experiencia de vida, la fe y la naturaleza de la
pérdida. El proceso de duelo lleva
tiempo y esfuerzo, ocurre de manera gradual, no puede ser forzada o apresurada.
Algunas personas comienzan a sentirse mejor en semanas, para otros, el
proceso de duelo se mide en años. Sea
cual sea la experiencia de dolor, de acuerdo a la percepción que se tenga de la
pérdida, es importante ser paciente consigo mismo y permitir que el proceso se
desarrolle de forma natural (Martínez, 2006).

Otros
teóricos explican que el duelo siempre estará ahí, solamente evoluciona. Es como una herida abierta que luego con el tiempo
dejará una cicatriz. Los primeros seis
meses luego de la muerte es un duelo activo. Después baja la intensidad del duelo, pero al
año vuelve y se intensifica (Neimeyer R. , 2007). Esto sucede
porque será el primer año, sin esa persona y en su cumpleaños, Acción de
Gracias, la Navidad y otras festividades se puede exacerbar los sentimientos y
emociones del duelo. Es aprender a vivir
sin esa persona, por tanto, nuestro mundo como lo conocemos cambia. Cambia la rutina diaria, cambian los roles y
hay que buscar nuevos significados a la vida.
Podríamos
identificarlo como el mundo antiguo y el mundo nuevo, sin la persona fallecida. Si el duelo es continuo, como si fuera activo
luego de los dos años, es posible que sea un duelo complicado. Es necesario clarificar que las muertes
traumáticas o de personas jóvenes se considera aceptable que el duelo sea más
largo, hasta de cuatro años (Martínez, 2006). La muerte de un niño suele ser devastadora y
la pena se puede prolongar por largos años.
Otro factor
que puede influir en el tiempo del duelo son las muertes anteriores, durante
nuestra infancia, cómo se experimentaron y la manera en que la afrontaron
nuestro padre y nuestra madre. Esto
podrá influir de manera negativa o positiva
en nuestra capacidad futura para manejar una pérdida significativa en
nuestras vidas.
Referencia:
Sáez, E. (2013). La vida y la muerte procesos inseparables: Cómo encontrar alivio en la perdida y el duelo. Publicaciones Puertorriqueñas. (Pág. 32)
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