A
lo largo de la vida nos encontramos con múltiples pérdidas, desde la
muerte de seres queridos (padres, hermanos, pareja, amigos, etc.) a la
pérdida de trabajo/s, rupturas de pareja/s, muerte de mascotas, cambios
de residencia, etc. Como podemos ver vivir pérdidas es mucho más
frecuente de lo que pensamos, de hecho es una parte inevitable de
nuestra vida, y parece que en ocasiones no somos conscientes de que
cualquier tipo de pérdida merece nuestra atención, es decir, necesita su
periodo de duelo.
Proporcionar información sobre el duelo pretende ayudar a llevar (un poco) mejor este difícil proceso,
Proporcionar información sobre el duelo pretende ayudar a llevar (un poco) mejor este difícil proceso,
y también facilitar el acompañamiento de seres queridos que se encuentren en estas situaciones.
El duelo es un proceso de elaboración, natural y adaptativo, que consiste en la integración de la experiencia de pérdida, al final del cual, lleva a la persona a experimentar un cambio profundo en su identidad.
Se ha escrito mucho sobre los duelos y coexisten diferentes modelos explicativos, vamos a quedarnos con el modelo de tareas/necesidades del duelo, el cual considera la elaboración del duelo como un proceso durante el cual la persona tiene diferentes necesidades y tareas que resolver para ir avanzando.
Veamos con un poco más de detalle qué ocurre en cada etapa, acompañado de relatos de testimonios que facilitan la transmisión de cómo nos podemos sentir en cada momento:
1. En un primer momento nos encontramos con la etapa de aturdimiento y choque. Es cuando la persona recibe la noticia, la conmoción del impacto amenaza la capacidad de reacción de la persona, por lo que se ponen en marcha reacciones tales como aturdimiento, descreimiento, negación, confusión, etc. La función de estas reacciones es mitigar el input de la noticia para preservar nuestra integridad. En otro extremo también se pueden dar reacciones agudas de llanto, desesperación, etc. De hecho no es extraño que ambas reacciones coexistan, ya que oscilar entre mecanismos de evitación y de aproximación es el intento de manejar lo que sentimos. Por tanto la tarea principal de esta etapa es manejar los aspectos más traumáticos de la pérdida.
El duelo es un proceso de elaboración, natural y adaptativo, que consiste en la integración de la experiencia de pérdida, al final del cual, lleva a la persona a experimentar un cambio profundo en su identidad.
Se ha escrito mucho sobre los duelos y coexisten diferentes modelos explicativos, vamos a quedarnos con el modelo de tareas/necesidades del duelo, el cual considera la elaboración del duelo como un proceso durante el cual la persona tiene diferentes necesidades y tareas que resolver para ir avanzando.
Veamos con un poco más de detalle qué ocurre en cada etapa, acompañado de relatos de testimonios que facilitan la transmisión de cómo nos podemos sentir en cada momento:
1. En un primer momento nos encontramos con la etapa de aturdimiento y choque. Es cuando la persona recibe la noticia, la conmoción del impacto amenaza la capacidad de reacción de la persona, por lo que se ponen en marcha reacciones tales como aturdimiento, descreimiento, negación, confusión, etc. La función de estas reacciones es mitigar el input de la noticia para preservar nuestra integridad. En otro extremo también se pueden dar reacciones agudas de llanto, desesperación, etc. De hecho no es extraño que ambas reacciones coexistan, ya que oscilar entre mecanismos de evitación y de aproximación es el intento de manejar lo que sentimos. Por tanto la tarea principal de esta etapa es manejar los aspectos más traumáticos de la pérdida.
“Cuando el médico me dio la noticia me quedé conmocionado. No sé qué me pasó, no podía hablar. Salí de la sala y eché a correr, me di de bruces con la pared y empecé a golpearme la cabeza, no podía parar. Tuvieron que sujetarme.” (Joaquín)*
2. Pasado un tiempo (días, semanas o meses), aparece la etapa de evitación y negación.
Ahora aparecen maniobras inconscientes para hacer de barrera protectora
ante el impacto del dolor. Se puede reaccionar negando los hechos,
minimizándolos, o bien manteniéndose muy activado/a, experimentar una
culpa excesiva o rumiaciones obsesivas, etc. Estas estrategias
inconscientes de rechazo-evitación permiten una asimilación más
progresiva de la dolorosa realidad. La tarea principal de esta etapa
consiste en ir disolviendo progresivamente las estrategias protectoras de distorsión-evitación e ir aumentando la tolerancia al dolor.
“No me quiero hacer a la idea de que no volverá. Cuando me vienen pensamientos a la cabeza, los aparto. No sé si hago bien o no, pero es muy importante para mí no aceptar que no volverá. Intento imaginarme que está de viaje. Es lo único que me ayuda ahora. Tengo todo como él lo dejó…. Él sigue viviendo aquí. No quiero aceptar; aceptar es olvidar, aceptar es abandonar."
(Susana, tres meses después de la muerte de su esposo)*
3. A
medida que va disminuyendo la necesidad de evitar y rechazar, la
persona se va sintiendo más preparada para afrontar la realidad. Es la etapa de conexión e integración,
ahora se ponen en marcha respuestas de afrontamiento orientadas a
conectar con la realidad (dolor, tristeza, culpa, hablar de la relación,
abandonarse al dolor, realizar rituales de conexión como visitar
lugares asociados al ser querido, etc.). Estas respuestas permiten
llevar a la conciencia aspectos de la relación con el ser perdido y
explorarlos con el objetivo de asimilar la vivencia y dotarla de
significación emocional y cognitiva.
4. Finalmente, si se han ido elaborando progresivamente los aspectos más traumáticos, defensivos y relacionales llegamos a la etapa de crecimiento y transformación,
en la cual se va produciendo una reorganización de nuestro mundo
interno con relación al ser querido perdido, a uno mismo y a la vida en
general. De manera que en un duelo elaborado la persona debe haber ido
más allá de su estado anterior y convertir de forma natural esta
experiencia en un crecimiento personal. En esta etapa final algunas de
las creencias o esquemas nucleares que teníamos se ven substituidos por
nuevas creencias que incorporen la significación emocional de la
pérdida.
El proceso de duelo es un camino que al principio es duro, árido,
doloroso, hay muchas piedras y curvas, momentos en los que nos
rendiríamos, otros en que retrocedemos, pero poco a poco se va volviendo
más luminoso, esperanzador, nutritivo, llevadero, y cuando llegamos al
final del camino nos damos cuenta que no somos la misma persona, algo ha
cambiado, la experiencia del camino nos ha convertido en un ser mejor.
Referencia: Fragmentos extraídos de Payás P., Alba (2010). Las tareas del duelo. Ed. Paidós
Autora: Teresa Jounou
Recuperado de Internet: http://www.expertoenpsicologia.com/1/post/2013/01/en-que-consiste-un-duelo.html
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