lunes, 6 de agosto de 2012

Articulo del periódico El Vocero


Cuando se va tu otra mitad

La pérdida de una pareja produce un dolor intenso en el cuerpo, la mente y el espíritu. Este no es una enfermedad y sí un proceso natural y único para quien lo padece.

Existen amores grandes y apasionados. Parejas jóvenes que viven felices y comienzan a construir sueños y a forjarse metas en conjunto. Sin embargo, a veces el ciclo normal de esa relación se interrumpe ante la muerte súbita de uno de ellos. Es así como el sobreviviente queda solo, sin su “otra mitad”. Siente que la vida le ha quitado algo muy suyo, la persona con quien compartió hasta su “cuerpo”.

Todos hemos conocido a alguien que ha perdido a una pareja, pero resulta muy doloroso cuando esto ocurre de manera inmediata, sin un aviso. Y más cuando te enteras del incidente desgraciado cuando un conocido te dice, de repente: “Juan*(nombre ficticio) murió en un accidente”. Así fue como María*(nombre ficticio para proteger su identidad) se enteró que su entonces novio había muerto. Ella bloqueó casi todas las imágenes de ese y los días subsiguientes. Lo que sí recuerda es que estaba sentada en el balcón de su casa cuando una vecina le dijo lo sucedido. María confrontó a sus familiares, quienes le confirmaron la terrible noticia.

“Me puse fuerte a partir de ese momento. Me marcó y aprendí que nadie es eterno. Lloré mucho, como nunca lo he hecho en mi vida, lo sufrí y ahí quedó.Me puse una venda, una coraza, le di ‘delete’ a ese momento de mi vida. Uno aprende a vivir con esto. Residía en un barrio pequeño, era joven y creía que todos hablaban de mí por burla o lo que sea. Así que después del suceso me mudé… Es imposible que uno se olvide de la relación, pero uno aprende a vivir con esto”, dijo a vocero.com con un dejo de nostalgia.

Hoy María está casada y con hijos. El recuerdo del incidente desgraciado siempre estará ahí, pero ella logró rehacer su vida. De hecho, su esposo no supo lo que le había ocurrido hasta un año después de relación, cuando ya planificaban casarse. “Te digo, me puse tan fuerte que ni las nuevas amistades que hice cuando me mudé sabían lo que había pasado”, explicó. Al principio tuvo temor de volver a perder a un amor, pero su hoy esposo le repetía “tranquila, no va a pasar nada”. La mujer asegura que hoy ya ese temor desapareció.

María, a diferencia de otros, no buscó ayuda sicológica. Manejó su dolor sola. Escribió un ensayo universitario sobre la pérdida, lo que dice la ayudó a sanar y a “despedirse” de Juan. Además, cortó la relación con su exsuegra. “Me abrazaba como si yo fuera su hijo. Poco a poco me fui alejando. Tuve mis hijos, preguntaba por ella y ella por mí. Mis nenes nacían y yo se los llevaba, ella se ponía contenta. Pero supe que nos hacíamos daño. Así que dejamos de vernos”, reconoció.

La muerte de un amor “no se olvida jamás. Aprendes a vivir con eso y con el tiempo ya no es dolor lo que sientes, sino un recuerdo triste”, aceptó.

El duelo no es una enfermedad

“Todo duelo es único, todo duelo es natural”, dijo a vocero.com Edu Emilia Sáez, consejera profesional especializada en pérdidas. Comentó que el duelo no debe confundirse con una enfermedad. Además, este nunca desaparece.“El duelo evoluciona, si no lo hace hay algo mal. Inmediatamente después que muere la persona le llamamos duelo activo. Se supone que el duelo evolucione y se modere”. A los seis meses ese dolor se estabiliza y cuando llega el aniversario el duelo vuelve a aumentar. La especialista explicó que existen sicólogos que teorizan que el duelo es una montaña rusa y otros lo describen como oleadas ya que determinados sucesos pueden traer las memorias y el dolor.

Eso le ocurrió a María cuando recientemente falleció una amiga, quien fue la que le recomendó mudarse de su pueblo después de la muerte de su primer amor. “Estaba en el trabajo cuando me llamaron para darme la noticia. Me quedé en blanco. Fue el segundo golpe más duro de mi vida; lloré mucho, mucho y me acordé de Juan”, admitió.

“El duelo es la reacción física y sicológica; el luto es la reacción cultural. Siempre estarás con ese duelo”, afirmó Sáez, quien creó el blog alivioenlaperdidayelduelo.blogspot.com para compartir sus experiencias y asistir a otros en su dolor.

“El sentimiento de pérdida es la reacción natural ante la muerte de un ser querido. Es un sentimiento normal aunque la sociedad no lo entiende, porque nadie quiere morirse”, dijo por su parte Norma Piazza, sicóloga clínica, profesora de la Universidad Carlos Albizu de San Juan y tanatóloga certificada (conocimientos médicos relativos a la muerte). “La sociedad nos invita a ser exitosos, a competir, a ser felices. La sociedad no patrocina ni entiende el duelo. Recuerda que el ser humano lucha, es su instinto de supervivencia el que lo impulsa”, añadió.
Explicó que el duelo ante la pérdida de un amor es fuerte porque uno siente que le están quitando lo que uno considera suyo, lo que es una extensión de uno. “El duelo es un proceso largo, lento y doloroso. Nos demuestra que no somos infinitos. El duelo es el enfrentamiento de dos partes: la razón con la emoción… Lo que duele es el alma y para eso no hay pastillita”, explicó Piazza.

Comentó que en el siglo XIX los velatorios ocurrían en las casas, las mujeres se tiraban al piso a llorar y gritaban. Hoy, casi siempre se realiza el velatorio en una funeraria y se espera que el viudo o viuda esté bien arreglado y en control de sus emociones. “La sociedad no me puede ver triste. Esto es algo que se adoptó de la cultura de Estados Unidos. Pero, hay que entender que el duelo no es una enfermedad, aunque tiene reacciones físicas como dejar de dormir o hacerlo en exceso, aislarse y llorar… es una necesidad humana”, comentó.

¿Cuándo disminuye el duelo y empieza la paz?

Ya sabemos que el duelo no desaparece, sino que se transforma. De hecho, la muerte de una pareja tiene un 100 porciento de impacto en la escala de reajuste social. En un segundo lugar, con un 73 porciento, está el divorcio o dejarse de una pareja. El duelo en ese caso es igual al que se experimenta con el deceso de un amor, solo que, físicamente, esa persona aun está presente.

“En vez de preguntarnos por qué, debemos preguntarnos para qué estoy pasando por esto. Llega un momento en que los por qué se convierten en para qué. No puedes racionalizar los sentimientos, recuerda que lo que duele es el alma”, aseguró Piazza.

Entonces, ¿cuándo estamos listos para rehacer nuestra vida? Piazza, Sáez y María, reconocieron por separado que no hay un tiempo específico. Cada persona sana de manera diferente. Pero, notarás que te vas reponiendo cuando tienes nuevamente esperanza en la vida. “Ocurre cuando estableces un equilibrio entre el ayer que debe ser recordado con amor pero pensando en un mañana que debe ser vivido. Cuando te dices:‘yo todavía quiero vivir’”, ejemplificó Piazza.

Estrategias para sanar

1. Escribe una carta de despedida.
2. Realiza la técnica del “Hola”. Cocina la comida que le gustaba a tu pareja, prepara la mesa para dos e imagina que lo vas a recibir para cenar. Aprovecha ese momento para “decirle” cómo te sientes y qué pasó cuando se fue.
3. Crea un álbum de recuerdos.
4. Manténte cerca de tus seres queridos. No hay nada más sanador que un abrazo.
5. Si sabes que tu pareja va a morir, prepárate para ese momento mediante la técnica de duelo anticipado. Así se amortigua el choque. Un sicólogo o un experto en tanatología puede ayudarte en este proceso.



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